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viernes, diciembre 12, 2008

Los extraterrestres

Voy en el Metro. Es una de esas mañanas en las que el vagón va atestado de gente. Todos los asientos van ocupados, así que voy de pie, apoyado en una de las puertas que no se abren. De repente, por casualidad, me fijo en una joven que va escuchando música en sus cascos. Tiene cara de estar en otro mundo, muy lejos de allí.
La música la absorbe por completo. Probablemente, no se da ni cuenta de lo que sucede a su alrededor. Nos ignora del todo.
Observándola no puedo dejar de pensar en el gran número de personas que escuchan música de ese modo mientras van en el Metro o andando por la calle. Sin ir más lejos, en el vagón, descubro a cinco personas más que van escuchando música con sus cascos, totalmente ajenas al mundo que les rodea. Pero no son los únicos que “pasan” del mundo. Hay otras personas que permanecen aisladas, totalmente ensimismadas. En un asiento cercano a mí, veo a un muchacho que sostiene entre sus manos unas de esas pequeñas consolas de videojuegos que causan furor entre los adolescentes y entre otros que no lo son tanto. ¿Está matando marcianitos? ¿O pilotando un coche de Fórmula I en un Gran Premio Internacional? ¿O tal vez juega un emocionante partido de fútbol? El caso es que no está en el Metro, sino muy lejos de allí. Y como él, debe haber cientos, qué digo, miles de personas en esta ciudad, en el mundo entero. Ahora, mientras el tren se desliza por el largo túnel negro que debe conducirme a mi destino, pienso en todas las personas en el mundo que en estos momentos están viviendo fuera de él, que por diversas circunstancias, permanecen ajenos a la realidad más cercana. Pienso en las personas que hablan a través de un móvil, y que apenas son conscientes de lo que sucede a su lado; en las personas que leen en el Metro o en el autobús, en cualquier circunstancia de la vida, y que experimentan vicariamente los sinsabores y alegrías de otras vidas; en las personas que ven una película en la aislante penumbra de un cine; en los amantes que se devoran a besos en cualquier rincón, en cualquier esquina, y cuyos besos les elevan por encima de la prosaica realidad de cada día; en los niños que juegan a ser otras cosas- cowboy, pirata, enfermera, superhéroe-, y que rechazan la dura y aburrida vida de los adultos; en los locos que viven una realidad paralela a la nuestra, no menos verdadera ni menos sorprendente. Hay tantas y tantas personas que viven fuera de este atribulado mundo, ya sea por su propia voluntad o porque el destino y las circunstancias de la vida se lo imponen, que resulta cuando menos asombroso que las cosas funcionen siquiera tan mal como lo hacen. Si lo pensamos bien, son pocos los que están en este mundo, y estos, deseando abandonarlo de alguna manera. Yo mismo decido sumarme a los millones de “extraterrestres” que viven en el planeta y saco mis cascos para escuchar un poco de música. Adiós, mundo. Hola, mi mundo.

martes, octubre 07, 2008

El planeta de los simios

Leo una noticia en Internet que me sorprende y me divierte al mismo tiempo. Al parecer, en Japón, el dueño de un bar de sake emplea a macacos como camareros. Los monitos sirven y reparten las bebidas a los complacidos clientes y lo hacen con la presteza y la finura del mejor de los barman. La noticia es realmente curiosa. Estoy en contra de la explotación de los animales, y de la explotación de los seres humanos por los seres humanos, pero hay que reconocer que es realmente gracioso ver a los pequeños macacos llevar las bebidas de un lado a otro, vestidos con sus chalequitos de camarero y recibiendo el agradecimiento de los divertidos parroquianos.
Hasta aquí la parte graciosa del asunto, porque en realidad, esta anécdota es más siniestra de lo que a simple vista parece. ¿Alguien ha visto una película cuyo título original es "Conquest of the Planet of the Apes" (La conquista del planeta de los simios, vamos)"? Este film es una "precuela"/secuela de "El planeta de los simios", la famosa película protagonizada por Charlton Heston, y narra, entre otras cosas, cómo los monos se adueñan de la Tierra y acaban con la tiránica civilización humana... La tesis propuesta es muy sencilla: en una sociedad futura en la que, a causa de una plaga mortífera, han desaparecido perros y gatos, éstos han sido sustituidos por chimpancés y otros primates, que además ejercen funciones de sirvientes y criados.Vamos, que entre otras muchas cosas, hacen lo que estos macacos de Tokyo: currar de camareros, obreros, mineros, etc...¿Y qué es lo que pasa? Pues que al final, los simios, hartos de sufrir tamaña explotación, se rebelan y se alzan en armas contra los humanos...Es el fin de nuestra civilización...Sí, ya sé que es una película, que los macacos no son tan inteligentes como los chimpancés, que ni siquiera éstos podrían empuñar un fusil...pero, por algo se comienza...¿Quién sabe? En la película, los monos, debido al constante contacto con los humanos, aprendían lo suficiente para sabe que aquello no estaba bien y provocar una revolución...Quién sabe, quién sabe.

viernes, octubre 03, 2008

Reflexiones de un vago

Uno de mis lectores me ha escrito reprochándome el hecho de que apenas escribo en este blog y que dedico demasiado tiempo a la lectura. Tiene razón este querido lector anónimo. La verdad es que llevaba sin escribir desde el mes de junio. Pero ya se sabe,que si las vacaciones, que si el trabajo, que si hago esto, que si hago lo otro. Además, he comenzado la escritura de un nuevo blog dedicado al cuento corto, cuya dirección incluyo en este post:

http://a-breve-dero.blogspot.com

En fin, procuraré escribir más a menudo. Todo sea por mis lectores. Por cierto.¿cuántos serán? Tal vez sea sólo uno. No lo sé. El caso es que el que me ha escrito tiene razón: a escribir tocan.

viernes, junio 06, 2008

The same old story


Leo en el periódico una noticia que atrae mi curiosidad. En unas excavaciones en Alemania han descubierto una fosa común con 34 cadáveres de miembros de la misma tribu. Los investigadores han descubierto que todos los huesos pertenecen a hombres, niños y ancianos. Al parecer, hace 7.000 años, en pleno Neolítico, fueron asesinados por una tribu rival, que les atacó para secuestrar a sus mujeres. De ahí, que todas las víctimas de la masacre fuesen varones.
Lo peor de todo, a mi juicio, es que esta noticia podría referirse a muchos de los violentos episodios que suceden hoy en día. El hombre no ha cambiado demasiado. Hoy quizá no matemos por mujeres, por la necesidad imperiosa de reproducirnos y perpetuar nuestra estirpe, pero matamos por petróleo, oro y diamantes. Nuestros guerreros no llevan hachas de piedra sino fusiles automáticos y misiles teledirigidos. Nuestras tribus has sustituidos las pinturas de guerra por banderas e insignias. La codicia y la envidia siguen alimentando nuestro espíritu violento. Seguimos siendo ese mono sanguinario que ha bajado del árbol y que, si no lo remediamos, camina hacia su propia destrucción. ¿Una noticia de hace siete milenios? No, una noticia de ayer mismo.

viernes, abril 18, 2008

Noticias



Leo una noticia en el periódico acerca del descubrimiento en la isla de Borneo de una nueva especie de rana que posee una extraordinaria característica: carece de pulmones y respira a través de su viscosa piel. Así de raro. Por lo visto, no es el único batracio que respira de esa manera, pero a mí me ha parecido una noticia de lo más curioso. La Naturaleza nunca deja de sorprenderme. Cuando creemos que ya la tenemos dominada, que conocemos su funcionamiento, sus manifestaciones más nimias, aparece algo que vuelve a desconcertarnos y a relegarnos a nuestro humilde papel de meros observadores: una rana sin pulmones, un nuevo planeta, una nueva especie de dinosaurio. Son éstos los descubrimientos que me emocionan. Que atraen mi curiosidad. Las noticias que me gustan. No comprendo por qué aparecen en las últimas páginas de los periódicos, en los rincones de las web. Deberían estar en la portada de nuestros periódicos, y generar la misma inquietud que otras noticias menos trascendentes. Un nuevo planeta es para siempre. El ascenso de un político sólo durará unos cuantos años. Una rana sin pulmones es algo sorprendente, maravilloso. La caída de la Bolsa es vulgar, previsible, gris. No es que no me importe la política ni la economía, pero las noticias que más atraen mi interés, que leo con avidez son ésas. Que si han hecho una investigación sobre el lenguaje de los chimpancés. Que si han encontrado un fósil de un dinosaurio marino en medio del desierto. Que si han sacado nuevas fotos al planeta Marte. Las noticias que probablemente atraerían al gran Julio Verne. Noticias que enciendan mi espíritu romántico y aventurero. Pienso: "No todo está descubierto. Todavía es posible sorprenderse, vivir una aventura", y vuelvo a sentirme un niño.

miércoles, marzo 05, 2008

La cucaracha

Leo la siguiente noticia en el periódico. En la república ex soviética de Turkmenistán una cucaracha ha provocado el despido de 30 empleados de la televisión pública. Al parecer, el oscuro animalejo se paseó por encima de los papeles del presentador de los informativos más importantes de la televisión ante toda la audiencia del país. Unos días antes, el presidente del país le había encargado a su ministro de cultura modernizar el canal público heredado de las autoridades soviéticas. Así, pues no es de extrañar que se llevase semejante berrinche y decidiese cortar cabezas. Traten de imaginase la escena trasladada a nuestro país. Lorenzo Milá contando las noticias del día y una cucaracha paseándose tranquilamente por sus papeles. El escándalo sería de aúpa. Imaginen esa oposición, y la hilaridad que provocaría en las cadenas de la competencia.
La cuestión es la siguiente. ¿Quién le iba a decir a esa humilde cucaracha que sería capaz, en su corta vida, de provocar una crisis nacional en un país como Turkmenistán? A veces el destino nos gasta divertidísimas bromas. ¿El destino o el azar? Pienso en la famosa Teoría del Caos. En el llamado “efecto mariposa”.Una mariposa agita sus alas y, al provocar diversos cambios en la presión de la atmósfera, acaba siendo la causante de un tornado. Y ahora, sustituyamos a esa bella mariposa por una vulgar y sucia cucaracha. Juguemos con el azar e imaginemos. El paseo de la mariposa por el plató de los informativos de la ex república soviética provoca el despido de 30 empleados de la televisión pública. Uno de estos empleados, desesperado por haber perdido su trabajo y ante la imposibilidad de ofrecer un futuro digno a su familia, acaba suicidándose. Pero sigamos. El hijo pequeño del suicida, que se ve obligado a trabajar, que ve cómo su madre las pasa canutas para poder alimentar a su prole, engendra un odio terrible hacia el sistema que ha abocado a su padre al suicidio y a su familia a la miseria. El joven huérfano identifica claramente ese sistema con el mundo occidental y decide vengarse de él en cuanto le sea posible. Crece alimentando ese odio imborrable, crece con una idea fija en la cabeza: humillar a las poderosas naciones occidentales. Cuando cumple veinte años se une a un grupo terrorista islámico y participa en la colocación de varias bombas en diversas capitales europeas y americanas. Uno de estos atentados, que provoca miles de muertos, es el causante de una gran crisis a nivel mundial. Los EE.UU., heridos y desesperados, lanzan sus bombas atómicas contra algunos de los países de Oriente Medio a los que acusa de apoyar y acoger a los terroristas. Como consecuencia de este ataque, los islamistas de Pakistán derriban al gobierno de su país y lanzan sus bombas atómicas contra Occidente. Guerra Mundial. Fin de la especie humana, al menos tal como la conocemos. Caos. Fin del Mundo.
Y todo por culpa de esa cucaracha que osó pasearse por un plató de televisión. Así que la próxima vez que encuentren una cucaracha en el cuarto de baño o corriendo por las escaleras de su casa, por favor, no la espachurren, déjenla seguir su camino. Nunca se sabe lo que puede pasar.

miércoles, febrero 13, 2008

La liebre blanca


Una vez más, leo una noticia en la prensa que me deja tristemente sorprendido. En Santa María de los Llanos, un pueblo de Cuenca, han cazado una liebre albina, es decir, 100% blanca. Se trataba de un ejemplar único, como Copito de Nieve, un caso rarísimo, pues el albinismo es una variante escasamente frecuente en la Naturaleza, y el artículo señala que las posibilidades de que el animal haya dejado una "descendencia blanca" son mínimas. Vamos, que será prácticamente imposible, al menos en muchísimos años, volver a ver una liebre albina campeando y brincando por tierras manchegas.
No puedo dejar de pensar, a tenor de lo que cuenta esta noticia, en la complicada relación del hombre con la Madre Naturaleza. En esa arraigada manía que tiene el género humano de "cargarse" o encerrar todo lo que es único y diferente en vez de conservarlo y cuidarlo como si fuese una extraña joya. De modo que vemos un animal irrepetible, un prodigio de la genética, y le metemos una perdigonada, aún sabiendo que nunca volveremos a toparnos con algo semejante. Además, la muerte de este bonito ejemplar de liebre no es fruto de la casualidad: al parecer, el animal había sido avistado hacía un año y medio, y desde entonces se había convertido en un objetivo de todas las batidas de caza. En fin, que tiempo hemos tenido para meditar acerca de lo que íbamos a hacer, para darnos cuenta de que si matábamos a la liebre, no volveríamos a verla jamás. Ahora, el animal va a ser disecado y formará parte de alguna colección de trofeos cinegéticos. ¿Podrá el poseedor de la misma comparar la belleza de un animal vivo con el gélido hieratismo de una pieza embalsamada? Así somos los hombres: irresponsables, diabólicamente egoístas. Queremos poseerlo todo, incluso lo que no nos pertenece, la fugacidad blanca de una liebre albina.

martes, enero 08, 2008

Demasiado humano

Esta tarde alguien me ha recordado que tengo un blog. Un blog titulado "Diario de un tipo distraído". ¡Y tan distraído! ¡Como que llevo casi un año sin escribir nada! ¡Completamente distraído! ¡Qué vergüenza! Ha sido como si me recordaran que tengo un perro al que no saco a pasear o un hijo a quien no doy de comer...Bueno, esto último tal vez sea una exageración. Aunque pensándolo bien, un blog no es un hijo, pero se le parece...Hay que engordarlo y hacerlo crecer, y hay que cuidarlo.
Pero es que me falta tiempo. Hago demasiadas cosas. Quiero ser un Leonardo da Vinci, y me quedo en un aprendiz de brujo. Pero así son las cosas. El hombre dispone y...
Quisiera que los días tuvieran 28 horas, y aún así tampoco creo que hiciese más. Yo soy un hombre pensante, un soñador. Levanto castillos en el aire, mi obra nunca verá la luz, nunca traspasará las fronteras de lo mental. Resistirá más que nunca el paso del tiempo, y cuando las pirámides se derrumben, mis sueños permanecerán intactos, a la espera de que algún otro u otra recoja el testigo de mi imaginación.

martes, abril 24, 2007

Dr. House (o acerca de las gracias que no hacen gracia)



Hace unos días, haciendo la compra en un hipermercado, me encontré con un libro titulado algo así como "Dr. House. Una guía de vida". El libro compartía un stand con otros éxitos editoriales: novelas históricas de última hora, análisis políticos, libros de autoayuda, novelas premiadas. Lo de siempre. Movido por la curiosidad, lo estuve hojeando un rato, mientras a mi alrededor, mis queridos conciudadanos compraban tornillos, ropa interior, latas de caballa y reproductores de mp3. El libro lleva en la portada una foto del famoso doctor televisivo y no tiene demasiadas páginas. Por lo que pude entrever, es un análisis psicológico del protagonista de "House", la serie de éxito en EE.UU., en España y en medio mundo, y más allá de este homenaje al corrosivo galeno, el libro defiende la siguiente tesis: si quieres triunfar en la vida, compórtate y actúa respecto a los demás como lo haría el Dr. House. La antipatía, el sarcasmo despiadado, la franqueza desmedida, el cinismo, la aspereza y la grosería son el fundamento del éxito profesional y personal, según este libro. Di lo que piensas realmente, sin que te preocupe resultar descortés, y ganarás puntos en tu puesto de trabajo; ironiza ante el sufrimiento y los problemas ajenos, y todos te reirán las gracias; sé huraño, compórtate como un lobo solitario, rezuma amargura y hiel, y serás objeto de la adoración de media humanidad. Esto, más o menos, es lo que viene a decir el libro. Sé un ególatra insoportable y triunfarás en la vida. Pues bien, en mi opinión, el planteamiento del autor es un absoluto despropósito. ¿De veras piensa que un tipo como el Dr. House podría medrar en la vida real? ¿Cree acaso que sus andanzas y aventuras podrían suceder en el mundo de todos los días? Iluso. Éste es el calificativo más benévolo que el autor del libro se merece, si no fuera porque cualquiera se da cuenta de que su objetivo y el de su editorial no es otro que ganar un dinerito de manera rápida y fácil aprovechándose del éxito de la serie. Considérenlo con calma. ¿Les gustaría jugar a ser House durante unos días? Prueben a decirle a su jefe que su estrategia comercial apesta solo un poco menos que su aliento y serán despedidos. Hagan una aguda observación acerca del escote de una de sus compañeras de trabajo y serán abofeteados. Describan sin ahorrarse detalles escabrosos el sabor de uno de los guisotes de su suegra y tal vez obtengan un divorcio. Búrlense de los clientes que entran en su tienda y acabarán arruinados. Gástenle una broma al guardia de tráfico que les está poniendo una multa y acabarán en la cárcel. No, el mundo real no está hecho para los Doctores House que permanecen agazapados al otro lado de la educación y las buenas formas. La arrogancia y el sarcasmo brutal funcionan de maravilla en una serie americana o cuando se juzga a los chavales que se presentan a un concurso de canción moderna (al estilo de Risto), pero cuando sales a la calle, al mundo real, sólo traen problemas. A todos nos hacen mucha gracia las “borderías” y los desaires de House en la tele, pero si nos lo encontrásemos en la calle no dudaríamos en atizarle un mamporro. Las salidas del doctorcito cojo nos parecen genialidades y muestras de humor inteligente cuando las escuchamos en la televisión, pero si alguna vez vomitasen sangre o advirtiesen que uno de sus dedos se está necrosando, y corriesen al hospital más próximo en busca de su Dr. House particular, ¿se troncharían de risa cuando bromease acerca de su dedo podrido o su tos sanguinolenta?

martes, febrero 13, 2007

El abrazo


Hace unas semanas apareció en los periódicos una curiosa noticia que atrajo la atención de medio mundo. No era una noticia de política internacional, ni acerca de nuestra globalizada economía, ni siquiera poseía demasiada trascendencia desde el punto de vista científico, pero su carácter simbólico y evocador ha servido para desatar un río de especulaciones y elucubraciones. Al parecer, en unas excavaciones arqueológicas que se estaban realizando en la ciudad de Mantua, al norte de Italia, han encontrado los restos óseos de dos personas claramente fundidas en un abrazo. Los esqueletos tienen una antigüedad de entre 5000 a 6000 años; es decir, que pertenecen al Neolítico. Los restos están siendo examinados en un laboratorio, pero todo apunta a que los huesos pertenecen a un hombre y a una mujer que murieron bastante jóvenes. Los investigadores han señalado que se trata de un caso único hasta ahora: un entierro doble en el Neolítico, y por si fuera poco extraño, de dos personas unidas en un abrazo. Ignoramos la causa de su muerte, ni por qué fueron enterrados de esa manera, sólo sabemos que se abrazan estrechamente, que se miran el uno al otro, que sus labios permanecieron a pocos centímetros de distancia antes de que el deterioro del tiempo los borrase por completo. Nunca sabremos su verdadera historia. Si se trata de dos hermanos que fallecieron durante una epidemia y cuyos padres decidieron enterrarles juntos, abrazados fraternalmente; o si tal vez fueron dos miembros cualquiera de una comunidad tribal cuyo singular enterramiento obedece más a la voluntad caprichosa de sus enterradores que al cumplimiento de un rito religioso o social. Yo prefiero creer que eran amantes, que fueron enterrados de esa guisa porque se querían, porque su amor fue tan grande y notorio que el resto de la tribu decidió que permaneciesen juntos durante toda la eternidad. Me resulta grato pensar que hace 5000 años, en aquel mundo duro y despiadado del Neolítico, había personas que buscaban y encontraban en otras una razón más para sobrevivir, para dotar a su existencia de una trascendencia especial. No había corazones esculpidos en la corteza de un árbol, ni ramos de flores ni cartas apasionadas, pero sí una corriente de amor que, siete milenios después, aún es capaz de enternecernos. Quién sabe si estos Romeo y Julieta de la Prehistoria tuvieron que enfrentarse a la incomprensión de sus familiares, de aquella sociedad cavernaria y tribal, quién sabe si los celos y la distancia atormentaron sus corazones, si el hambre y las necesidades les hicieron discutir más de lo que hubieran querido, quién sabe cuántos días pasaron regañados, sin hablarse, sin mirarse a los ojos, cuántas veces apartaron los labios para evitar un beso que más tarde añoraron; sólo sabemos que al final, y para siempre, triunfó el amor, que esa fuerza misteriosa e inexplicable les unió en un bello abrazo, en un cálido lecho de carne y huesos.

martes, enero 30, 2007

Año nuevo, lectores nuevos

Hace ya un mes que sonaron las Doce Campanadas de Nochevieja. En aquellos breves momentos de tensión, marcados por el frenético tañido de las campanas de la Puerta del Sol, millones y millones de españoles formularon toda clase de propósitos bienintencionados para el año que estaba a punto de comenzar. Unos prometieron por enésima vez dejar de fumar; otros, aprender de una vez por todas el idioma de Shakespeare; algunos, en fin, se comprometieron a perder esos kilos de más que tanta vergüenza les hacen pasar cuando van a la playa. Yo, que no fumo, que me conformo con el poco inglés que sé, y que no me obsesionan las tallas, prometí, entre otras muchas cosas, actualizar más a menudo este blog.
Así pues, me he puesto manos a la obra y he comenzado a redactar esta primera entrada (“post” para los que han decidido mejorar su inglés) de 2007. Y de nuevo, como hace un par de años cuando puse en marcha este blog (“bitácora” para los voluntariosos defensores de la pureza de nuestro idioma) me invade una profunda emoción. Tengo la sensación de que durante este año aumentará sensiblemente el número de lectores de mi diario y no puedo evitar que me abrume la tremenda responsabilidad que comporta este hecho. Quién sabe. Tal vez en una ciudad japonesa un estudiante de castellano se ha topado con mi blog y ha decidido seguirlo con objeto de practicar nuestro idioma. Puede que en Chicago una inmigrante mexicana se entretenga leyendo mis cuitas un poco antes de comenzar su turno en el restaurante de comida rápida en el que trabaja. No sería descabellado imaginar que un grupo de niños kenyatas se tronchen de risa viendo mi retrato en el único ordenador de su escuela. En resumidas cuentas, puede que la botella con mensaje que arrojé al océano haya alcanzado alguna remota orilla.
Si es así, oh mis lectores, dondequiera que os encontréis, quienquiera que seáis, mostraos comprensivos y pacientes conmigo. Perdonad mi inconstancia, pues no es fruto de la desidia, sino de la falta de tiempo; sonreíd indulgentes si advertís desmesura en mis sarcasmos, pues no es su propósito herir, sino haceros reflexionar sobre las paradojas y la sinrazón de este mundo que nos ha tocado compartir. Y en cualquier caso, criticadme, despellejadme, ridiculizadme, menospreciadme, pisoteadme, pero no dejéis de leedme.

lunes, diciembre 18, 2006

El regreso

Hace más de tres meses que no escribo en este diario. La pereza y mis deberes laborales (más la primera que los segundos) han sido las causas de mi improductividad "literaria". Sin embargo, no quiero que nadie piense que he renunciado a la idea de escribir un "blog". Recuerdo que cuando comencé su redacción, señalé que la inmensa mayoría de los diarios de la llamada blogosfera sucumbían a los pocos meses, se desvanecían en el universo virtual como un puñado de arena en el océano. No será este el caso. De momento. Pienso seguir escribiendo, y si las fechas de mis anotaciones se distancian demasiado en el tiempo, no creáis que me he rendido, simplemente es que estoy descansando.

Miro la fecha de mi última anotación. Ha pasado mucho tiempo. Los diarios han sido concebidos para ser renovados diariamente. Cuando uno contempla un salto en el tiempo de relativa importancia, puede caer en la tentación de considerar, más bien de imaginar, que ese lapso temporal no ha se ha producido realmente, que la hoja en blanco del diario corresponde a un tiempo no vivido, no sucedido, a un no-tiempo. Siempre me he preguntado adónde van a parar esos minutos que las autoridades nos roban imponiendo cambios de hora a lo largo del año. Tal vez sea esa la verdadera "hora mágica". Los momentos que nuestro subconsciente aprovecha para darse un garbeo, para escapar de las sujeciones de nuestro yo racional. Es el "happy hour" del surrealismo. Los sueños hechos materia. Imaginad, imaginad. Nada de lo que suceda en esa hora en blanco, en esos minutos que ningún reloj marcará, será cierto, será real. Nada de lo que suceda logrará trascender y quedar registrado en los libros de Historia, en los periódicos matutinos y en los diarios personales. Será un tiempo vano y sin consecuencias, regido por las leyes de la amnesia. Quizá sea esa la hora en la que se pierden las cosas que nunca volvemos a encontrar, la de los sucesos inexplicables, la que explica tantos y tantos "deja vú". Y por cierto, ¿cuándo nos devolverán las autoridades implicadas en el asunto tantos y tantos minutos robados por sus iniciativas de ahorro energético? Ese tiempo nos pertenece, con todas sus horas de sol y mediodías limpios. Es nuestro. Reivindiquémoslo. Volvamos a poner las manecillas de nuestros relojes en su sitio. Sólo así recordaremos qué hicimos durante esa hora mágica.

martes, febrero 21, 2006

Paraísos

En las últimas semanas han aparecido en todos los medios de comunicación noticias acerca del descubrimiento de dos auténticos paraísos naturales. Uno de ellos, perdido en la selva de Papúa; el otro, si no me equivoco, en las profundidades marinas del Pacífico. Ambos poseen una tremenda riqueza ecológica. Se han encontrado especies animales y botánicas desconocidas, e incluso, una variedad de canguro que se creía extinguida. Los científicos están gratamente sorprendidos. Los dos ecosistemas, tanto el terrestre como el marino, han permanecido inalterados durante siglos. No es posible hallar en ellos la huella del hombre, ni siquiera la de las tribus indígenas en el caso del ecosistema descubierto en Papúa. Todos los medios de comunicación coinciden en señalar que se trata de dos verdaderos paraísos, probablemente de los últimos, y dicen esto, precisamente porque no se ha encontrado en ellos el más mínimo vestigio de presencia humana. Curioso ¿no? Es decir, que damos por hecho que para que un lugar pueda ser calificado de paraíso debe cumplir una condición sine quanon: hallarse libre de la presencia del hombre. O lo que es lo mismo, un lugar habitado por la especie humana puede ser cualquier cosa menos un paraíso. Posted by Picasa

viernes, febrero 10, 2006

I'm back

Sólo recordar a mis escasos lectores, que, aunque debido a mi larga ausencia pudiera parecer lo contrario, aquí sigo. Espero que en las próximas semanas logre sacar tiempo para publicar nuevas entradas. Dicen que quien mucho abarca, poco aprieta, y creo que ése es mi caso: que si el trabajo, que si los cuentos, que si las lecturas pertinentes, que si la música, que si el vídeo... Uno quisiera ser el Leonardo del siglo XXI, pero se queda en un individuo con muchos "hobbies". En fin, trataremos de remediarlo. Prometo actualizar más a menudo este blog. Así que hasta pronto.

viernes, diciembre 30, 2005

A mis escasos lectores

No creo que vuelva a escribir una nueva nota hasta el año que viene, así que, a todos los que todavía pierden el tiempo leyendo este Diario, feliz Año Nuevo. Que 2006 sea un año bueno para todos. Y no se me atraganten con las uvas.

martes, julio 26, 2005

La vuelta

Ya estoy aquí de nuevo. Y lo digo en un doble sentido. Porque ya estoy aquí de nuevo, en este mi blog, en el que hacía mucho tiempo que no escribía; y ya estoy aquí de nuevo, en Madrid, tras mis vacaciones en Túnez. Han sido unos días maravillosos. Sol, desierto, playas, camellos, arena en los ojos y en la boca... En fin, las clásicas vacaciones de un ciudadano occidental en un país en vías de desarrollo. He vuelto, pero no es un retorno triste y frustrante. No. Las vacaciones representan casi siempre una oportunidad para viajar, conocer gente, descansar, practicar nuestros hobbies, romper con la rutina diaria y olvidarse del mundo durante unos días -un periodo de adorable excepcionalidad intercalado en la uniformidad de nuestra vida-; pero no por ello, debemos despreciar el resto del año. Sería como comernos la guinda y dejar en el plato la tarta de nata. La vida continúa y eso, de por sí, es una maravilla. Asistamos, pues, al milagro diario con nuestra acostumbrada perplejidad y disfrutemos del resto del viaje.

Por cierto, hablando de viajes, voy a tratar de poner por escrito mis experiencias como turista en Túnez. Experiencias, vivencias y, sobre todo, reflexiones surgidas a lo largo de mi viaje. No sé cómo llamaré a estas notas viajeras... No quiero ponerme en plan trascendental. Yo vi cosas, cosas que me hicieron pensar, y como tal vez, puedan interesarle a alguien, aquí van.

sábado, mayo 21, 2005

Lápiz y papel

En algún lugar de este planeta hay un nuevo Cervantes, un nuevo Shakespeare, un nuevo Homero, esperando su momento de gloria. Este genio ignorado reune todas las cualidades que hacen de un escritor un autor excepcional: talento, chispa, imaginación, lenguaje florido, intuición psicológica, capacidad introspectiva, instinto. Le faltan, sin embargo, dos elementos imprescindibles para hacer realidad su magna e influyente obra: lápiz y papel.

domingo, mayo 15, 2005

El gran egoísta

Lo confieso. Yo no leo blogs. Al menos, no los leo con asiduidad. La mayoría de los que he encontrado me parecen banales, frívolos, carentes de interés, y, sobre todo, mal escritos, pésimamente redactados. Mi amigo P. (que entiende mucho de estas cosas modernas) me ha recomendado alguno que otro que no está mal, pero en general, los blogs de mis congéneres me aburren soberanamente. Francamente, prefiero leer una novela, un buen poema, un buen cuento... Y sin embargo, nada me gustaría más que mi blog fuese leído por millones de personas, por todo el planeta, por el universo entero... ¿Egoísmo? ¿Egocentrismo? Pues tal vez sí, por qué negarlo. No soporto los blogs de los demás, pero quiero que se traguen el mío. En fin, nadie es perfecto.

lunes, abril 18, 2005

Sobre el Yo

El hecho de que en el 75% de las fotos que aparecen en este blog salga yo, podría producir la falsa impresión de que el autor de los textos es un narcisista exacerbado. Nada más lejos de la verdad. Lo que realmente sucede es que no tengo más fotos que estas y algunas de paisajes que amablemente me envían ciertas personas y que de momento no he incluido porque no vienen mucho a cuento. Así que de momento me limito a poner las que tengo y sobre las que puedo hacer algún comentario. Sí, éste que aquí veis soy yo. En esta ocasión, mi retrato aparece impreso en la superficie de lo que da la impresión ser un suéter o un jersey. ¿Distorsión? ¿Deformación? ¿Permitiría un narcisista semejante tratamiento visual? Pues tal vez sí, pero éste no es el caso. En cualquier caso, este blog es un blog bastante particular y subjetivo, centrado exclusivamente en mis opiniones sobre lo que acontece en el mundo y sobre las impresiones que recibo de éste. Resulta evidente que no se trata de un blog temático y que todas las opiniones vertidas son completamente personales. Visto desde este punto de vista, he de reconocer que este blog es meramente un ejercicio de puro narcisismo. Rezuma subjetividad por todos lados. Pero ¿es posible hallar algo de objetividad en este mundo? Creo que no. Al fin y al cabo, todos analizamos y sentimos el universo, lo que nos rodea, desde un punto de vista exclusivamente personal. No existe nada más que nuestro pensamiento, no hay más ojos y oídos que los nuestros. De hecho, siempre me he preguntado, desde mi tierna infancia (así de raro era y soy), cómo seremos cada uno en realidad. Quiero decir, la imagen que de nosotros tenemos es la que reflejan los espejos, la que captan las fotografías y las cámaras de cine y vídeo; muy bien, pero no dejan de ser nuestros ojos los que reciben esa información visual y nuestro cerebro el que la procesa y la convierte en imágenes. Así que, en realidad, nunca sabremos cómo somos realmente. Sólo, cómo nos vemos, como nos entendemos. La ciencia demuestra que los animales ven el mundo de una manera que no tiene mucho que ver con la nuestra. El universo, desde el punto de vista de un caballo, es completamente diferente al mundo que nosotros percibimos y sentimos. ¿Cuál es la realidad de la realidad? ¿Son las cosas como creemos que son o son de otra manera? El solipsismo es una corriente filosófica que admite la existencia de uno mismo, de los pensamientos y sentimientos del individuo pensante, pero que reconoce la imposibilidad de demostrar la existencia del resto del universo. Es decir, yo sé que existo, porque pienso y siento, pero no sé si lo demás no es sino fruto de mi imaginación, un sueño, una fantasía, una percepción que no posee entidad real. No es una tontería. Descartes, en su Discurso del Método, se enfrentó con mucha seriedad al problema y necesitó la ayuda de Dios para poder demostrar la existencia de un universo real más allá del propio pensamiento. ¿Y ustedes qué opinan?

martes, abril 12, 2005

Escribir

Cada día aparecen en la Red unos 35.000 nuevos blogs o bitácoras (así llamamos en castellano a esta especie de diarios electrónicos que según algunos constituyen el fenómeno más novedoso y esperanzador de las nuevas comunicaciones), pero más del 90% desaparecen a los pocos meses. ¿Motivos? Fundamentalmente, abulia, dejadez, falta de vocación; en definitiva, que la gente se cansa y decide dedicar su tiempo a otros menesteres más productivos como echarse la siesta o hurgarse en la nariz. La verdad, no me extraña. Yo lo comprendo perfectamente. No creo que haya habido un solo escritor en la historia de la literatura al que no se le haya planteado alguna vez la duda entre seguir escribiendo, desperdiciando así los mejores años de su juventud, o simplemente vivir tranquilamente y sin preocupaciones como cualquier otro hijo de vecino. Escribir, digan lo que digan, es una acto heroico, un acto que nos ennoblece y nos ensalza como seres humanos, pero que al cabo no resulta tan gratificante como atragantarse con una buena mariscada o rascarse la espalda con un palo. Por eso, muchas veces los que queremos escribir, nos obligamos a escribir. "Escribe, escribe", grita tu enojada conciencia, "escribe, aunque sólo sea una línea. Sólo es escritor el que escribe". Bueno, eso último no me lo creo. Rulfo y otros muchos escritores se tiraron sin escribir casi toda su vida y todo el mundo les sigue considerando escritores. ¿Y Rimbaud? Dejo de escribir a los 18 años y se fue a vender armas a Etiopía. Y nadie pone en duda su valor literario como uno de los grandes de la poesía gala. En fin, cosas que pasan.
Pero bueno, yo ya no sé porque escribo esto, qué tiene que ver con el tema de los blogs. Ah, sí. Todo este discurso ha surgido porque he comentado al principio que más de un 90% de los blogs que aparecen diariamente en la red desaparecen al cabo de unas pocas semanas. Blogs de vocación escasa y vida efímera. ¿Cuánto durará el mío? Nadie, ni yo mismo, puede saberlo. Su redacción constituye para mí un magnífico ejercicio de estilo, una responsabilidad auto impuesta que me obliga a escribir de vez en cuando aunque sólo sea por una cuestión de vanidad artística, un pequeño escaparate donde exhibir ante el mundo mis ideas, mis sentimientos y mis elucubraciones. Pero el fantasma de la desgana nos acecha constantemente a todos los que decimos que queremos ser escritores y escribir. Tal vez un día, desesperanzado y agotado, decida sepultar este blog en el olvido. Pero hoy, desde luego, no es ese día.