¿Qué tal, queridos y queridas congéneres? Ayer vi una película que tenía grabada: "Dulce Pájaro de juventud", protagonizada por Paul Newman y dirigida por Richard Brooks (si no me equivoco, director de la versión cinematográfica de "A sangre fría" de Truman Capote). No estaba mal. El guión estaba basado en una obra homónima de Tennesse Willians, el de "Un tranvía llamado deseo" o "La gata caliente sobre el tejado de zinc", todas llevadas al cine. Trataba de un actor no demasiado exitoso que regresa a su pueblo natal acompañado de una actriz madura y madurada en alcohol. El chico trata de recuperar a su novia de juventud, hija del corrupto cacique del pueblo. En fin, el típico melodrama hollywoodense. El caso es que, mientras seguía las desventuras de Paul Neuman, me puse a comer palomitas de esas que se hacen en el microondas (probablemente la segunda utilidad de este curioso aparatito después de la de calentar la leche para el desayuno). Eran unas palomitas muy saladas, pero me subieron a poco, así que metí los granos de maíz que no habían llegado a estallar en la bolsa ya abierta y encendí de nuevo el microondas. Durante unos segundos escuché esperanzado el sonido de las pequeñas detonaciones, pero luego me distraje y dejé que las palomitas se carbonizasen ligeramente. Aun así me las comí, saladas y requemadas.
Qué mala noche he pasado. Sentía la boca estropajosa y todos los órganos de mi cuerpo reclamaban agua. Yo se la daba, mediante constantes viajes al cuarto de baño, pero ni toda el agua del mundo apagaba mi sed. Refugiado en el cuarto de baño, aproveché para leer un artículo sobre la criada de Borges. Pasaban los minutos, yo ya sabía muchas más cosas sobre la mucama del genial bonaerense, pero seguía sin poder dormir. Maldigo las palomitas. Esta mañana me he levantado con sed y dolor de cabeza, sigo bebiendo agua... pero nada consigue refrescar mi gaznate....
Pero qué más da. Qué importa los problemas anímicos de un solo hombre... ¿Cómo comparar estas minucias con los problemas de la Humanidad? Tal vez todo arte que no comprometido sea inmoral o éticamente inadmisible. Tal vez no podamos hacer otra cosa que cantar nuestras propias miserias, nuestras desesperanzadora condición de solitarios.