martes, abril 26, 2005

Forever young

Hace unos días un buen amigo me llamó por teléfono y me propuso que fuéramos a ver un concierto de rock. No, no tocaba ninguna estrella del rock and roll o del pop, ningún grupo emergente o de vanguardia. Actuaba su hijo: un chaval que no llegará a los 20 años y que toca el bajo con el mismo entusiasmo con el que yo tocaba la guitarra a su edad. Viéndole, en aquel local lleno de chicos y chicas jóvenes, y mientras trataba de que su padre no me empapara la camisa con las babas que derramaba por su retoño, me sentí más viejo que nunca. ¿No debíamos ser su padre (mi amigo es pianista y compositor aunque no viva de la música) y yo (que me precio de gran guitarrista) los que teníamos que estar allí arriba, en el escenario? Cuando finalizó la actuación y tras los saludos y felicitaciones de rigor, miré mi reloj. Las once y cuarto. Tengo que irme. Mañana tengo una reunión (mentira cochina) y debo levantarme temprano.
Salimos a la calle y, como siempre que me ha sucedido cuando abandono un sitio cerrado y atestado de personas, la frescura del aire nocturno disipó mis angustias y restituyó mi alegría vital. En fin, qué más daba: por mucho que pasase el tiempo, en mis sueños seguiría siendo eternamente joven.

lunes, abril 18, 2005

Sobre el Yo

El hecho de que en el 75% de las fotos que aparecen en este blog salga yo, podría producir la falsa impresión de que el autor de los textos es un narcisista exacerbado. Nada más lejos de la verdad. Lo que realmente sucede es que no tengo más fotos que estas y algunas de paisajes que amablemente me envían ciertas personas y que de momento no he incluido porque no vienen mucho a cuento. Así que de momento me limito a poner las que tengo y sobre las que puedo hacer algún comentario. Sí, éste que aquí veis soy yo. En esta ocasión, mi retrato aparece impreso en la superficie de lo que da la impresión ser un suéter o un jersey. ¿Distorsión? ¿Deformación? ¿Permitiría un narcisista semejante tratamiento visual? Pues tal vez sí, pero éste no es el caso. En cualquier caso, este blog es un blog bastante particular y subjetivo, centrado exclusivamente en mis opiniones sobre lo que acontece en el mundo y sobre las impresiones que recibo de éste. Resulta evidente que no se trata de un blog temático y que todas las opiniones vertidas son completamente personales. Visto desde este punto de vista, he de reconocer que este blog es meramente un ejercicio de puro narcisismo. Rezuma subjetividad por todos lados. Pero ¿es posible hallar algo de objetividad en este mundo? Creo que no. Al fin y al cabo, todos analizamos y sentimos el universo, lo que nos rodea, desde un punto de vista exclusivamente personal. No existe nada más que nuestro pensamiento, no hay más ojos y oídos que los nuestros. De hecho, siempre me he preguntado, desde mi tierna infancia (así de raro era y soy), cómo seremos cada uno en realidad. Quiero decir, la imagen que de nosotros tenemos es la que reflejan los espejos, la que captan las fotografías y las cámaras de cine y vídeo; muy bien, pero no dejan de ser nuestros ojos los que reciben esa información visual y nuestro cerebro el que la procesa y la convierte en imágenes. Así que, en realidad, nunca sabremos cómo somos realmente. Sólo, cómo nos vemos, como nos entendemos. La ciencia demuestra que los animales ven el mundo de una manera que no tiene mucho que ver con la nuestra. El universo, desde el punto de vista de un caballo, es completamente diferente al mundo que nosotros percibimos y sentimos. ¿Cuál es la realidad de la realidad? ¿Son las cosas como creemos que son o son de otra manera? El solipsismo es una corriente filosófica que admite la existencia de uno mismo, de los pensamientos y sentimientos del individuo pensante, pero que reconoce la imposibilidad de demostrar la existencia del resto del universo. Es decir, yo sé que existo, porque pienso y siento, pero no sé si lo demás no es sino fruto de mi imaginación, un sueño, una fantasía, una percepción que no posee entidad real. No es una tontería. Descartes, en su Discurso del Método, se enfrentó con mucha seriedad al problema y necesitó la ayuda de Dios para poder demostrar la existencia de un universo real más allá del propio pensamiento. ¿Y ustedes qué opinan?

martes, abril 12, 2005

Escribir

Cada día aparecen en la Red unos 35.000 nuevos blogs o bitácoras (así llamamos en castellano a esta especie de diarios electrónicos que según algunos constituyen el fenómeno más novedoso y esperanzador de las nuevas comunicaciones), pero más del 90% desaparecen a los pocos meses. ¿Motivos? Fundamentalmente, abulia, dejadez, falta de vocación; en definitiva, que la gente se cansa y decide dedicar su tiempo a otros menesteres más productivos como echarse la siesta o hurgarse en la nariz. La verdad, no me extraña. Yo lo comprendo perfectamente. No creo que haya habido un solo escritor en la historia de la literatura al que no se le haya planteado alguna vez la duda entre seguir escribiendo, desperdiciando así los mejores años de su juventud, o simplemente vivir tranquilamente y sin preocupaciones como cualquier otro hijo de vecino. Escribir, digan lo que digan, es una acto heroico, un acto que nos ennoblece y nos ensalza como seres humanos, pero que al cabo no resulta tan gratificante como atragantarse con una buena mariscada o rascarse la espalda con un palo. Por eso, muchas veces los que queremos escribir, nos obligamos a escribir. "Escribe, escribe", grita tu enojada conciencia, "escribe, aunque sólo sea una línea. Sólo es escritor el que escribe". Bueno, eso último no me lo creo. Rulfo y otros muchos escritores se tiraron sin escribir casi toda su vida y todo el mundo les sigue considerando escritores. ¿Y Rimbaud? Dejo de escribir a los 18 años y se fue a vender armas a Etiopía. Y nadie pone en duda su valor literario como uno de los grandes de la poesía gala. En fin, cosas que pasan.
Pero bueno, yo ya no sé porque escribo esto, qué tiene que ver con el tema de los blogs. Ah, sí. Todo este discurso ha surgido porque he comentado al principio que más de un 90% de los blogs que aparecen diariamente en la red desaparecen al cabo de unas pocas semanas. Blogs de vocación escasa y vida efímera. ¿Cuánto durará el mío? Nadie, ni yo mismo, puede saberlo. Su redacción constituye para mí un magnífico ejercicio de estilo, una responsabilidad auto impuesta que me obliga a escribir de vez en cuando aunque sólo sea por una cuestión de vanidad artística, un pequeño escaparate donde exhibir ante el mundo mis ideas, mis sentimientos y mis elucubraciones. Pero el fantasma de la desgana nos acecha constantemente a todos los que decimos que queremos ser escritores y escribir. Tal vez un día, desesperanzado y agotado, decida sepultar este blog en el olvido. Pero hoy, desde luego, no es ese día.