La cucaracha
Leo la siguiente noticia en el periódico. En la república ex soviética de Turkmenistán una cucaracha ha provocado el despido de 30 empleados de la televisión pública. Al parecer, el oscuro animalejo se paseó por encima de los papeles del presentador de los informativos más importantes de la televisión ante toda la audiencia del país. Unos días antes, el presidente del país le había encargado a su ministro de cultura modernizar el canal público heredado de las autoridades soviéticas. Así, pues no es de extrañar que se llevase semejante berrinche y decidiese cortar cabezas. Traten de imaginase la escena trasladada a nuestro país. Lorenzo Milá contando las noticias del día y una cucaracha paseándose tranquilamente por sus papeles. El escándalo sería de aúpa. Imaginen esa oposición, y la hilaridad que provocaría en las cadenas de la competencia.
La cuestión es la siguiente. ¿Quién le iba a decir a esa humilde cucaracha que sería capaz, en su corta vida, de provocar una crisis nacional en un país como Turkmenistán? A veces el destino nos gasta divertidísimas bromas. ¿El destino o el azar? Pienso en la famosa Teoría del Caos. En el llamado “efecto mariposa”.Una mariposa agita sus alas y, al provocar diversos cambios en la presión de la atmósfera, acaba siendo la causante de un tornado. Y ahora, sustituyamos a esa bella mariposa por una vulgar y sucia cucaracha. Juguemos con el azar e imaginemos. El paseo de la mariposa por el plató de los informativos de la ex república soviética provoca el despido de 30 empleados de la televisión pública. Uno de estos empleados, desesperado por haber perdido su trabajo y ante la imposibilidad de ofrecer un futuro digno a su familia, acaba suicidándose. Pero sigamos. El hijo pequeño del suicida, que se ve obligado a trabajar, que ve cómo su madre las pasa canutas para poder alimentar a su prole, engendra un odio terrible hacia el sistema que ha abocado a su padre al suicidio y a su familia a la miseria. El joven huérfano identifica claramente ese sistema con el mundo occidental y decide vengarse de él en cuanto le sea posible. Crece alimentando ese odio imborrable, crece con una idea fija en la cabeza: humillar a las poderosas naciones occidentales. Cuando cumple veinte años se une a un grupo terrorista islámico y participa en la colocación de varias bombas en diversas capitales europeas y americanas. Uno de estos atentados, que provoca miles de muertos, es el causante de una gran crisis a nivel mundial. Los EE.UU., heridos y desesperados, lanzan sus bombas atómicas contra algunos de los países de Oriente Medio a los que acusa de apoyar y acoger a los terroristas. Como consecuencia de este ataque, los islamistas de Pakistán derriban al gobierno de su país y lanzan sus bombas atómicas contra Occidente. Guerra Mundial. Fin de la especie humana, al menos tal como la conocemos. Caos. Fin del Mundo.
Y todo por culpa de esa cucaracha que osó pasearse por un plató de televisión. Así que la próxima vez que encuentren una cucaracha en el cuarto de baño o corriendo por las escaleras de su casa, por favor, no la espachurren, déjenla seguir su camino. Nunca se sabe lo que puede pasar.