El regreso
Hace más de tres meses que no escribo en este diario. La pereza y mis deberes laborales (más la primera que los segundos) han sido las causas de mi improductividad "literaria". Sin embargo, no quiero que nadie piense que he renunciado a la idea de escribir un "blog". Recuerdo que cuando comencé su redacción, señalé que la inmensa mayoría de los diarios de la llamada blogosfera sucumbían a los pocos meses, se desvanecían en el universo virtual como un puñado de arena en el océano. No será este el caso. De momento. Pienso seguir escribiendo, y si las fechas de mis anotaciones se distancian demasiado en el tiempo, no creáis que me he rendido, simplemente es que estoy descansando.
Miro la fecha de mi última anotación. Ha pasado mucho tiempo. Los diarios han sido concebidos para ser renovados diariamente. Cuando uno contempla un salto en el tiempo de relativa importancia, puede caer en la tentación de considerar, más bien de imaginar, que ese lapso temporal no ha se ha producido realmente, que la hoja en blanco del diario corresponde a un tiempo no vivido, no sucedido, a un no-tiempo. Siempre me he preguntado adónde van a parar esos minutos que las autoridades nos roban imponiendo cambios de hora a lo largo del año. Tal vez sea esa la verdadera "hora mágica". Los momentos que nuestro subconsciente aprovecha para darse un garbeo, para escapar de las sujeciones de nuestro yo racional. Es el "happy hour" del surrealismo. Los sueños hechos materia. Imaginad, imaginad. Nada de lo que suceda en esa hora en blanco, en esos minutos que ningún reloj marcará, será cierto, será real. Nada de lo que suceda logrará trascender y quedar registrado en los libros de Historia, en los periódicos matutinos y en los diarios personales. Será un tiempo vano y sin consecuencias, regido por las leyes de la amnesia. Quizá sea esa la hora en la que se pierden las cosas que nunca volvemos a encontrar, la de los sucesos inexplicables, la que explica tantos y tantos "deja vú". Y por cierto, ¿cuándo nos devolverán las autoridades implicadas en el asunto tantos y tantos minutos robados por sus iniciativas de ahorro energético? Ese tiempo nos pertenece, con todas sus horas de sol y mediodías limpios. Es nuestro. Reivindiquémoslo. Volvamos a poner las manecillas de nuestros relojes en su sitio. Sólo así recordaremos qué hicimos durante esa hora mágica.