Paraísos
En las últimas semanas han aparecido en todos los medios de comunicación noticias acerca del descubrimiento de dos auténticos paraísos naturales. Uno de ellos, perdido en la selva de Papúa; el otro, si no me equivoco, en las profundidades marinas del Pacífico. Ambos poseen una tremenda riqueza ecológica. Se han encontrado especies animales y botánicas desconocidas, e incluso, una variedad de canguro que se creía extinguida. Los científicos están gratamente sorprendidos. Los dos ecosistemas, tanto el terrestre como el marino, han permanecido inalterados durante siglos. No es posible hallar en ellos la huella del hombre, ni siquiera la de las tribus indígenas en el caso del ecosistema descubierto en Papúa. Todos los medios de comunicación coinciden en señalar que se trata de dos verdaderos paraísos, probablemente de los últimos, y dicen esto, precisamente porque no se ha encontrado en ellos el más mínimo vestigio de presencia humana. Curioso ¿no? Es decir, que damos por hecho que para que un lugar pueda ser calificado de paraíso debe cumplir una condición sine quanon: hallarse libre de la presencia del hombre. O lo que es lo mismo, un lugar habitado por la especie humana puede ser cualquier cosa menos un paraíso.